El árbol de Anne

Abres una ventana y los sonidos del exterior invaden el oído, la mente y el cuerpo. Los pájaros...campanas...voces...el tren, un avión se encuentran en la frontera de la realidad. Mientras, eterno e impasible, el árbol de Anne, susurra, ajeno, el discreto rastro de su abrupta despedida.
Dibujo: Gènia Trallero





    
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Subida a Machu Pichu (y parte 2)

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Después de algo más de hora y media de subida continuada, el ritmo de paso ya no es el mismo: la falta de oxígeno obliga... En cambio, la altura permite una visión más amplia del valle y las montañas que lo forman al discurrir por un espacio menos boscoso. Los pájaros se entremezclan con los vehículos que suben y bajan por la curvada pista que une el pueblo y la ciudadela. En plena subida me crucé con un grupo de locales que bajaban (posiblemente trabajadores del recinto que una vez preparada la jornada vuelven al pueblo). Sin embargo, lo más sorprendente estaba por llegar... como el flautista que ofrecía sus melodías al viento desde un recodo del camino en el que había unos asientos a la sombra..., el saludo unísono que cruce con dos policías apostados en un rincón del camino, o el tren y , sobre todo, su silbido que hacía retumbar todo el valle...